lunes, 2 de junio de 2008

LAS INUNDACIONES MAS GRAVES EN 25 AÑOS

La imagen de miembros de la Ertzaintza y la Cruz Roja con trajes de neopreno rescatando a familias enteras en zodiac por las calles de Getxo, con el agua a la altura del primer piso, resume el caos en el que se sumergieron ayer miles de ciudadanos vascos, en las inundaciones más graves que sufre Euskadi desde el fatídico agosto de 1983. El diluvio no llegó en forma de tormenta sino de lluvia impenitente, que no sólo desbordó los ríos Gobela, Cadagua, Nervión, Ibaizabal, Oria y Zadorra, sino también la capacidad de previsión de las instituciones. Pese a las intensas precipitaciones, más de 100 litros por metro cuadrado en 24 horas, ninguno de los servicios de emergencia estaba en alerta cuando, en la madrugada de ayer, el agua empezó a anegar viviendas y locales y dejó en tierra a cientos de usuarios del metro.
Los partes meteorológicos anunciaban «precipitaciones intensas y persistentes», aparentemente sin motivo de alarma. El riesgo se palpaba a partir de las once de la noche del sábado, cuando las lluvias arreciaron sin tregua. Las inundaciones afectaron a los tres territorios, pero se cebaron con Vizcaya y muy especialmente con la margen derecha, donde se vivieron escenas dramáticas y de indignación vecinal.
El aguacero no hizo distinciones entre los que tuvieron que salir de su casa en plena madrugada y los que se vieron sorprendidos por la riada mientras disfrutaban de la noche del sábado. En Fadura, los invitados de una boda fueron rescatados en una embarcación de Cruz Roja. La discoteca The Image de Berango fue uno de los primeros locales evacuados. En el corredor de Uribe Costa decenas de conductores se paraban en el arcén ante el temor de quedar atrapados en las balsas de agua.
Rescate de una embarazada
Los daños en las infraestructuras extendieron el caos por gran parte del territorio. 80.000 personas se quedaron sin luz durante horas -se inundó una subestación en Ortuella-, 20.000 sin agua y 50.000 tuvieron problemas con el transporte público. La caída de un muro de cierre de vía y varios desprendimientos obligaron a interrumpir el servicio de metro en la margen derecha y los viajeros, desconcertados, se encontraron sin transporte alternativo de madrugada, algunos durante horas. En mayor o menor medida, los retrasos afectaron a todos los servicios ferroviarios. Las carreteras tampoco resistieron el aluvión, que alcanzó de lleno a La Avanzada y dejó impracticables numerosos puntos de red secundaria. La N-634 quedó anegada en Barakaldo y Etxebarri, donde un espectacular desprendimiento cortó el tráfico en sentido Bilbao. En Alonsotegi hubo que rescatar a un grupo de discapacitados psíquicos y a una mujer embarazada aislada en su vehículo, mientras en Sodupe los vecinos veían impotentes cómo sus coches acababan en el río.
Angustia, incertidumbre y aislamiento. Más de un centenar de familias fueron desalojadas en Getxo y Sondika, que quedó incomunicado. También se bloqueó la carretera que enlaza Trapagaran y Barakaldo, entre constantes llamamientos de las instituciones a evitar los desplazamientos «salvo en caso estrictamente necesario». Los equipos de emergencia estaban tan desbordados como los cauces fluviales. Los bomberos forales atendieron más de 600 llamadas, y las peticiones de auxilio se multiplicaban en distintos puntos bajo una misma cortina de agua. En las zonas más acostumbradas a las inundaciones, como el barrio basauritarra de Ariz, los propios vecinos se apresuraron a sacar los coches de los garajes. En este municipio también hubo que desalojar una residencia de ancianos.
Bilbao estuvo toda la mañana con el agua el cuello a la espera de la pleamar, que llegó a las 15 horas y 11 minutos. A mediodía, la ría estaba a sólo 80 centímetros del desbordamiento a la altura de La Peña, pero los peores presagios no llegaron a cumplirse. Ningún barrio revivió las inundaciones de 1983 como El Peñascal, que volvió a sufrir el azote de la torrentera. Las imágenes que se están recopilando para conmemorar el 25 aniversario de la tragedia se encarnaron en la lluvia de piedras y barro que cayó sobre el barrio desde la zona de las antiguas canteras. A primera hora de la tarde, cuando la alarma ya había remitido en la ciudad, todavía había zonas anegadas, al igual que en Alonsotegi, Berango, Urduliz, Getxo, Erandio y Gatika.
Las repercusiones de la riada se empezarán a cuantificar hoy, cuando los pronósticos anuncian una mejoría. Aun con suelo seco, la normalidad tardará en volver a Getxo, donde es seguro que se abrirá un debate sobre la efectividad del encauzamiento del Gobela que se llevó a cabo hace años. Al menos tres centros escolares de la localidad y uno de Barakaldo se han visto afectados por las inundaciones, que han alcanzado a zonas industriales de Sondika, Erandio y Urduliz. El ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, y el delegado del Gobierno en Euskadi, Mikel Cabieces, ofrecieron al Gobierno vasco la colaboración de la Unidad Militar de Emergencias y de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado para paliar las consecuencias de las inundaciones, que en Álava y Guipúzcoa fueron mucho más limitadas. Los embalses del sistema Zadorra abrieron sus compuertas por la mañana -el de Ullibarri estaba al 91% de su capacidad- y el río anegó algunas huertas y carreteras secundarias. Las localidades guipuzcoanas de Beasain, Zaldibia, Ordizia y Villabona sufrieron el desbordamiento del Oria y otras, como Elgoibar y Lasarte, asistieron a la crecida con el alma en vilo.


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