jueves, 26 de junio de 2008
JUAN CRISOSTOMO DE ARRIAGA (y IV)
En el año 1.906, Bilbao celebró por todo lo alto el centenario del nacimiento de Juan Crisóstomo de Arriaga, siendo el Ayuntamiento el primer patrocinador de los festejos prepardos al efecto, encabezado por el Alcalde Gregorio Balparda.
Un periódico bilbaíno escribía: "La Villa invicta no tiene tan preclaros ingenios para dejar pasar la ocasión de ceremoniarles y exaltar sus nombres".
En el año 2.006, Bilbao vuelve a recordar a su músico en el bicentenario de su nacimiento. La comitiva del Ayuntamiento, con su Alcalde Iñaki Azkuna a la cabeza, inauguró una nueva placa (ya existía otra en la parte superior del portal) en el número 12 de la Calle Somera, la Casa del Casco Viejo en la que nació. Posteriormente, descubrió, en el interior del Teatro Arriaga, nada más subir las primeras escaleras del hall, un busto con su imagen.
Centrándonos ya estrictamente en la obra del compositor, ésta se puede dividir en tres grandes géneros. Por un lado su obra religiosa, por otro la sinfónica y finalmente la dramática, todas ellas abarcan un total de unas veintitrés piezas, algunas de las cuales se han perdido, otras no están publicadas, pero conservadas en el Museo Arriaga, y finalmente otras publicadas a finales del siglo XIX de las que se sospecha la existencia de algunos cambios introducidos al darlas a la imprenta. Circunstancias, todas ellas, que han dificultado enormemente la catalogación de la producción musical.
Sus obras más importantes, consideradas por algunos como obras maestras, son La sinfonía a grande orquesta, los Tres cuartetos y la obertura para los Esclavos felices. Todas ellas revelan una técnica muy sólida y un gran dominio de la forma. Recuerdan en gran medida a otras composiciones de Mozart, Cherubini o Rossini, si bien todas ellas tienen el sello personalísimo de Arriaga. Esta circunstancia se puede observar en los Tres cuartetos, en donde si bien comienza con un tipo de sonata clásica que debe mucho a alguno de los compositores anteriormente señalados, introduce en ella una serie de nuevos y originales elementos que la acercan al Romanticismo musical y que son verdaderas innovaciones y creaciones propias de Juan Crisóstomo, tal es el caso de la introducción de movimientos en forma de rondó, o la inversión en el orden de la presentación de los temas o de la recapitulación