viernes, 20 de junio de 2008
TEATRO ARRIAGA (II)
Tres años antes del derribo del Teatro Viejo ya se había acordado erigir otro Teatro, en la misma ubicación, pero ampliando su superficie y el número de butacas (hasta 1.500) y destinando la parte baja del edificio a locales comerciales.
Para su construcción, hubo que salvar primero la oposición de los vecinos del barrio de Bidebarrieta, que temían que la edificación bloqueara el paso de las corrientes de aire fresco a la calle y supusiera un obstáculo para el comercio y los muelles sobre la ría. El arquitecto responsable del proyecto, Joaquín Rucoba y Octavio de Toledo, zanjó el problema planificando la ampliación de los muelles, la reorientación del edificio y alineando la fachada del edificio con la calle Bidebarrieta. .
Iba a ser de corte neobarroco y planta de herradura. El 31 de mayo de 1.890 se inaugura este Teatro Nuevo, con la representación de la ópera “La Gioconda”, de Ponchielli (1.834-l.886), italiano, estrenada en Milán en 1.876, aunque la iluminacion electrica deslumbro a los bilbainos mas que la propia opera.
Había costado cinco años de obras y un millón de pesetas, pero conjugaba a la perfección su decoración clásica con los últimos adelantos tecnológicos del momento
Con un nada despreciable sentido del humor, los bilbaínos denominaron al teatro como “Casa de Maternidad”, una vez observados los generosos bustos que exhibían las muchas cariátides de sus 4 fachadas, a la altura del primer piso.
El 26 de mayo de 1.901, se celebraron los Juegos Florales en los que participó Miguel de Unamuno, por entonces, rector de la Universidad de Salamanca. Su intervención fue muy discutida. Tuvo aplausos y protestas, llegando los enfrentamientos al máximo cuando Unamuno habló del vascuence como si se tratase de un monumento o de una reliquia. Y dijo: “Enterrémosle santamente, con dignos funerales, embalsamado de ciencia; leguemos a los estudios tan interesante reliquia”.