lunes, 28 de abril de 2008
EL CASCO VIEJO (III)
En cuanto al puente, es difícil saber si estaba ya construido en 1300 (parece extraño que un elemento de tanta importancia no apareciera citado en la carta puebla), pero si no era así poco tardaría en levantarse: la recién fundada villa precisaba de un paso que permitiera a los caminantes salvar el río sin tener que desplazarse hasta el tradicional vado de Etxebarri, situado a unos 3.5 km. aguas arriba
En 1332 se dispuso la construcción de un alcázar en el lugar que hoy ocupa la Iglesia de San Anton (parroquia de San Antonio Abad), en la entrada principal de la villa y en la desembocadura del puente, que sería el origen de las murallas que más tarde se irían formando. Las obras debieron comenzar durante la estancia del rey Alfonso XI en la villa, ya que según las cronicas al marcharse dijo “dexo ay començado de facer vn alcaçar”.
En 1332 se dispuso la construcción de un alcázar en el lugar que hoy ocupa la Iglesia de San Anton (parroquia de San Antonio Abad), en la entrada principal de la villa y en la desembocadura del puente, que sería el origen de las murallas que más tarde se irían formando. Las obras debieron comenzar durante la estancia del rey Alfonso XI en la villa, ya que según las cronicas al marcharse dijo “dexo ay començado de facer vn alcaçar”.
En cualquier caso, su vida no fue muy larga ya que en 1366 fue demolido por orden de Don Tello, Señor de Bizkaia. Esta temprana desaparición ratifica la hipótesis de que su función no era defender la villa. Mas tarde se construiría sobre aquel solar la iglesia de San Antón, aunque aún quedaron en pie algunas ruinas.
La falta de seguridad de la Villa llevó a la construcción de murallas que enlazaban diversas Casas Torre. Su construcción se inició en 1334 tras la orden de Alfonso XI, quién para ello cedió 15.000 maravedies anuales durante cinco años. En 1355 sería el Señor de Vizcaya el que donara el robledal de Basondo para que con sus beneficios se ayudara a la obra de la cerca. Era una muralla de 1.65 m. anchura, que en su base se ampliaba a 1.80 y unos 5 o 6 m. de altura. Estaba formada por una doble pared de mampostería irregular entre la que se había depositado un relleno de escombros, piedras y cantos rodados, todo ello aglomerado con argamas. Aún pueden verse algunos restos de la cerca en las casas de la acera de la izquierda de la calle Ronda, especialmente en el ángulo entre este vial y el cantón de Echevarria-Camarón. Otros restos han sido estudiados con motivo de las intervenciones arqueológicas en el palacio La Bolsa y en diversos lugares de la ribera.
Las Casas Torre estaban obligadas a defender un sector de dichas murallas. Este era el caso de las torres de Leguizamón, Zubialdea y Arbolancha situadas (al menos en 1375), respectivamente, en Somera, Artecalle y Tendería, frente a la ría y la casa-torre de Zurbarán que se levantará en 1453. Por su carácter defensivo y debido a las numerosas contiendas entre linajes, las casas-torre eran, junto con las iglesias y conventos, prácticamente los únicos edificios construidos en piedra.
La construcción del resto de las viviendas (durante los siglos XIV y XV) se realizaba casi íntegramente utilizando madera por lo que el peligro de incendio era algo que los vecinos siempre tenían presente. Por ello se irá dictando toda una serie de medidas destinadas a lograr la sustitución de las casas de madera por otras de cal y canto. También se obliga a trasladar todos los hornos fuera de los muros de la villa, a proteger las lámparas y antorchas con apliques de hierro y, finalmente, se prohibe el almacenamiento de sustancias combustibles (paja, alquitrán, etc.) dentro de la villa.
Con el tiempo, las viviendas de la poblacion no nobles fueron pasando de tener dos a tres pisos. En el primero solía situarse, además de la entrada o portal, la tienda o dependencia donde trabajaban los artesanos y que servía al mismo tiempo como lugar de venta de sus mercancías. Recibía luz del exterior por una sola ventana y, hasta bien entrado el siglo XV, no se generalizará el uso de vidrio para cubrir los vanos, empleándose en su lugar telas o pergaminos bañados en aceite o encerados, una solución que dejaba pasar poca luz dentro de los hogares.
De esta forma peculiar, se forma un recinto amurallado que se irá ampliando a medida que la ciudad se expande debido a su situación economica. A finales del siglo XIV Bilbao ya tiene su estructura final de siete calles.
La falta de seguridad de la Villa llevó a la construcción de murallas que enlazaban diversas Casas Torre. Su construcción se inició en 1334 tras la orden de Alfonso XI, quién para ello cedió 15.000 maravedies anuales durante cinco años. En 1355 sería el Señor de Vizcaya el que donara el robledal de Basondo para que con sus beneficios se ayudara a la obra de la cerca. Era una muralla de 1.65 m. anchura, que en su base se ampliaba a 1.80 y unos 5 o 6 m. de altura. Estaba formada por una doble pared de mampostería irregular entre la que se había depositado un relleno de escombros, piedras y cantos rodados, todo ello aglomerado con argamas. Aún pueden verse algunos restos de la cerca en las casas de la acera de la izquierda de la calle Ronda, especialmente en el ángulo entre este vial y el cantón de Echevarria-Camarón. Otros restos han sido estudiados con motivo de las intervenciones arqueológicas en el palacio La Bolsa y en diversos lugares de la ribera.
Las Casas Torre estaban obligadas a defender un sector de dichas murallas. Este era el caso de las torres de Leguizamón, Zubialdea y Arbolancha situadas (al menos en 1375), respectivamente, en Somera, Artecalle y Tendería, frente a la ría y la casa-torre de Zurbarán que se levantará en 1453. Por su carácter defensivo y debido a las numerosas contiendas entre linajes, las casas-torre eran, junto con las iglesias y conventos, prácticamente los únicos edificios construidos en piedra.
La construcción del resto de las viviendas (durante los siglos XIV y XV) se realizaba casi íntegramente utilizando madera por lo que el peligro de incendio era algo que los vecinos siempre tenían presente. Por ello se irá dictando toda una serie de medidas destinadas a lograr la sustitución de las casas de madera por otras de cal y canto. También se obliga a trasladar todos los hornos fuera de los muros de la villa, a proteger las lámparas y antorchas con apliques de hierro y, finalmente, se prohibe el almacenamiento de sustancias combustibles (paja, alquitrán, etc.) dentro de la villa.
Con el tiempo, las viviendas de la poblacion no nobles fueron pasando de tener dos a tres pisos. En el primero solía situarse, además de la entrada o portal, la tienda o dependencia donde trabajaban los artesanos y que servía al mismo tiempo como lugar de venta de sus mercancías. Recibía luz del exterior por una sola ventana y, hasta bien entrado el siglo XV, no se generalizará el uso de vidrio para cubrir los vanos, empleándose en su lugar telas o pergaminos bañados en aceite o encerados, una solución que dejaba pasar poca luz dentro de los hogares.
De esta forma peculiar, se forma un recinto amurallado que se irá ampliando a medida que la ciudad se expande debido a su situación economica. A finales del siglo XIV Bilbao ya tiene su estructura final de siete calles.
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