domingo, 18 de mayo de 2008
IGLESIA DE SAN ANTON (II)
En el segundo templo que se construyó en 1.478, de estilo gótico, se puso un especial cuidado en buscar bien la roca y dotarle de una sólida cimentación, como así ha quedado demostrado en las mencionadas obras de restauración integral de la Iglesia (años 1.996 a 2.003).
El nombre de San Antón que se le dio a esta Iglesia, se debe al carácter preferentemente rural de la nueva feligresía.
En 1.548 se construyó, por el equipo de escultores que comandaba el artista flamenco Guiot de Beaugrant, la nueva y magnífica portada principal y renacentista, con puerta de entrada al templo (la que hoy en día está más próxima al Mercado). Columnas corintias, medallones, amorcillos, veneras y hornacinas artísticamente combinados y defendidos por un alto pórtico con su tribuna, llamada Balcón del Consulado, forman un conjunto único, inmortalizado por los lienzos del pintor bilbaíno Losada.
En las hornacinas, que estuvieron muchos años vacías, pudieron verse, desde 1.892, las magníficas tallas de San Pedro y de San Pablo, debidas al genial Anchieta (el Miguel Angel vasco). Dichas tallas, desde hace algunos años y con motivo de una de las últimas restauraciones, fueron colocadas en el muro del Presbiterio y, en su lugar, pueden verse otras dos tallas de inferior valor artístico.
Sobre la citada puerta de entrada a la Iglesia, puede leerse: “Agregada a la Basílica de San Juan de Letrán”, que es la Catedral de Roma.
Dentro del Bilbao típico de entonces, conviene recordar que, en 1.680, se construyó un edificio adosado al templo de San Antón y perpendicular a la nueva y magnífica portada principal y renacentista que hemos comentado, en donde se instaló el Consistorio de la Villa y el Consulado. Esta construcción permitió la formación de la Plaza Vieja, tan inmortalizada por el pintor bilbaíno Losada, de la que partía, entonces, el puente de San Antón (hoy se encuentra situado detrás del templo). Al inaugurarse, en 1.892, el actual Ayuntamiento de la Villa, se derribó este edificio adosado y perpendicular, desapareciendo así la Plaza Vieja citada.
En 1.774 se inició la construcción de la nueva torre de las campanas. La primitiva, a la que en el siglo XVII se añadió un flamante chapitel con su giralda, fue apeada y, en su lugar, se alzó la que hoy contemplamos. El campanario es uno de los mejores ejemplares del barroco fulgurante dieciochesco y está coronado por cúpula y linterna, rematado con la giralda, fundida en cobre por un calderero de la calle bilbaína Ascao.
Tanto la portada principal como el campanario, tal y como se ha visto, no pertenecen al estilo gótico de la Iglesia.
Las últimas aportaciones arquitectónicas se producen en 1.902, con la inauguración del nuevo pórtico, frente a la calle Ronda, con otra entrada al templo, la nueva Sacristía y amplias dependencias parroquiales. En el pórtico y en las fachadas hacia el puente, se aprecia el arte gótico isabelino, que no desdice del estilo del templo.
El nombre de San Antón que se le dio a esta Iglesia, se debe al carácter preferentemente rural de la nueva feligresía.
En 1.548 se construyó, por el equipo de escultores que comandaba el artista flamenco Guiot de Beaugrant, la nueva y magnífica portada principal y renacentista, con puerta de entrada al templo (la que hoy en día está más próxima al Mercado). Columnas corintias, medallones, amorcillos, veneras y hornacinas artísticamente combinados y defendidos por un alto pórtico con su tribuna, llamada Balcón del Consulado, forman un conjunto único, inmortalizado por los lienzos del pintor bilbaíno Losada.
En las hornacinas, que estuvieron muchos años vacías, pudieron verse, desde 1.892, las magníficas tallas de San Pedro y de San Pablo, debidas al genial Anchieta (el Miguel Angel vasco). Dichas tallas, desde hace algunos años y con motivo de una de las últimas restauraciones, fueron colocadas en el muro del Presbiterio y, en su lugar, pueden verse otras dos tallas de inferior valor artístico.
Sobre la citada puerta de entrada a la Iglesia, puede leerse: “Agregada a la Basílica de San Juan de Letrán”, que es la Catedral de Roma.
Dentro del Bilbao típico de entonces, conviene recordar que, en 1.680, se construyó un edificio adosado al templo de San Antón y perpendicular a la nueva y magnífica portada principal y renacentista que hemos comentado, en donde se instaló el Consistorio de la Villa y el Consulado. Esta construcción permitió la formación de la Plaza Vieja, tan inmortalizada por el pintor bilbaíno Losada, de la que partía, entonces, el puente de San Antón (hoy se encuentra situado detrás del templo). Al inaugurarse, en 1.892, el actual Ayuntamiento de la Villa, se derribó este edificio adosado y perpendicular, desapareciendo así la Plaza Vieja citada.
En 1.774 se inició la construcción de la nueva torre de las campanas. La primitiva, a la que en el siglo XVII se añadió un flamante chapitel con su giralda, fue apeada y, en su lugar, se alzó la que hoy contemplamos. El campanario es uno de los mejores ejemplares del barroco fulgurante dieciochesco y está coronado por cúpula y linterna, rematado con la giralda, fundida en cobre por un calderero de la calle bilbaína Ascao.
Tanto la portada principal como el campanario, tal y como se ha visto, no pertenecen al estilo gótico de la Iglesia.
Las últimas aportaciones arquitectónicas se producen en 1.902, con la inauguración del nuevo pórtico, frente a la calle Ronda, con otra entrada al templo, la nueva Sacristía y amplias dependencias parroquiales. En el pórtico y en las fachadas hacia el puente, se aprecia el arte gótico isabelino, que no desdice del estilo del templo.
INAKI AZKUNA, ALCALDE DE BILBAO
Recibe Iñaki Azkuna en tarde de resaca terrorista. Es un jueves que ETA ha revestido de luto. Otra muerte ha bajado de nuevo al alcalde a las escalinatas del Ayuntamiento de Bilbao para expresar la rabia con silencios. Ahora, en su despacho, habla. De todo. Hay tiempo: casi dos horas de un discurso vitalista, enérgico a veces. Ameno siempre.
-Alcalde, recupero alguno de sus célebres titulares, «a la gente le preocupan más las aceras que las banderas», para pasar revista al estado de la villa. ¿Cómo encuentra Bilbao desde la perspectiva de su tercer mandato?
-Cada día mejor. Algunos nostálgicos dicen que ha perdido fuerza. Hombre, la fuerza metalúrgica que hablaría Zunzunegui quizás, pero es que los bilbaínos también tenemos derecho a disfrutar de paseos y a ver las flores. Estamos construyendo una ciudad mucho más cómoda, para los de dentro y para los que llegan de fuera. La calidad de vida es hoy fundamental, y a eso vamos; a una ciudad cada vez más amable, más plural y, a ver si lo conseguimos, con mayor convivencia.
-No ha escatimado en tela para la bandera de Bilbao. ¿Supuso realmente para usted un mal trago colocar la de España en el Consistorio?
-No, me costó una sentencia, y yo cumplo las sentencias. Llegado el momento, se acabó. No soy un talibán. Siempre he creído que cuantas menos banderas, mejor. Pero todas, ¿eh? La española, la otra, la otra y la otra. Por convicción personal, no me gustan los banderizos. Bastante mal le hicieron a este país.
-Ya, un asunto de la esfera privada. Lo traigo a cuento porque uno de los temas que más polvareda ha levantado de sus últimas intervenciones públicas han sido las alusiones al color político de algunos dirigentes del movimiento vecinal.
-Demos la vuelta a la frase. Si hubiese cuarenta asociaciones comandadas por representantes del PNV y estuvieran saliendo permanentemente en los medios diciendo qué bien lo hace Azkuna, qué diríais. Pues lo que diría yo, que es tongo. Yo he entendido siempre las asociaciones de vecinos como entes independientes, sin perjuicio de que haya gente que tire más hacia un sitio que otro. Que voten al que quieran, pero que sean personas sin carné político; es decir, sin obediencia a un partido.
-Ellos dicen que sus ataques son cortinas de humo para no entrar al fondo de los asuntos, al debate sobre la manera de resolver los problemas que cualquier ciudad arrastra o genera.
-No, aquí hay un problema de fondo. Esta gente, en cierto modo, ha querido tener una relación bilateral con el Ayuntamiento, y en la estructura actual del Ayuntamiento eso no es posible. Nosotros estamos divididos en distritos, y en esos foros hay representantes de los partidos y asociaciones. Es ahí donde se ventilan los asuntos. Ellos son los auténticos representantes de los distritos, los que al final deciden las cuestiones que les atañen. Y punto. Esta otra gente lo mismo habla de la incineradora, que del tranvía, que del canal, que de todo. Claro, es el contrapoder del Ayuntamiento, y yo no lo voy a aceptar.
-¿El equipo de gobierno vive la efervescencia del asociacionismo vecinal como un sarpullido molesto?
-No, no. Yo estoy hablando de la organización. Hay 1.300 asociaciones en Bilbao. Se han unido veinte agrupaciones, y tienen todo el derecho, pero, lo siento mucho, yo acepto la representatividad de los distritos.
-¿Qué límites pondría a la participación ciudadana?
-Cuidado. ¿Cuánta gente entre los 350.000 vecinos participa en los asuntos municipales? Aproximadamente, 2.000. El resto vive su vida. La participación ciudadana no se puede llevar al límite del 'todo lo que hagamos tenemos que discutirlo con los ciudadanos'. Eso sería un sistema asambleario, y es imposible. Tiene que haber un sistema reglado.
-Sabino Arana y el ruido; la Plaza del Gas y el crematorio; San Ignacio y los rellenos del canal de Deusto; Rekalde y el metro... ¿Cuál de estos binomios le inquieta más y cuáles son las políticas para hacerles frente?
-Todos. Aunque algunos tienen ya solución. El metro está prometido para Rekalde. Sabino Arana soporta ruido, pero conoce el límite temporal para su arreglo. El crematorio es de obligado cumplimiento por dos sentencias. Una nos dice que demos la licencia, y si los jueces ordenan eso es porque no hay ninguna ley sanitaria que lo prohíba. Por tanto, en principio, tengo que pensar que no hay demasiado peligro para la salud. La segunda permite instalar crematorios en cualquier parte del núcleo urbano. Si, como quieren algunos vecinos, nosotros diésemos el cementerio para que el tanatorio lo gestione, mañana cualquier otra empresa nos podría poner en la misma tesitura. ¿Y qué le damos entonces? Yo el cementerio no lo suelto. Es de todos los bilbaínos.
-Los rellenos del canal de Deusto sustancian una de las polémicas más candentes de la actualidad local. Los socios de su equipo de gobierno van de la mano, pero con apreciables matices. Ibon Areso lo tiene muy claro y Julia Madrazo parece inclinada a darle una vuelta al proyecto de Zorrozaurre. ¿Usted, qué opina?
-En primer lugar, la operación Zorrozaurre es la más importante de los quince próximos años en Bilbao. supone la expansión de la ciudad hacia el mar, hacia donde podemos, dicho sea de paso. Y es una operación en la que puede haber más de 5.000 viviendas en uno de los mejores sitios de la villa. Los rellenos no son más que la delimitación de las calles que rodean la lámina de agua. La ley dice que en los 20 metros situados junto a esta lámina no se puede construir. No lo haremos, claro; serán paseos. Pero en los tramos que tienen 50 o 70 metros sí. Y no sólo pisos. Habrá servicios, escuelas, centros culturales, y aquella promesa que hicimos de un centro tecnológico urbano emparentado con el de Zamudido se está ya estudiando. Por tanto, ese tipo de actividad de bata blanca sí tendrá cabida. Lo que no habrá es lo que ha dicho alguien, creo que ha sido el representante del PSE, que pide menos vivienda y más industria. Ni al que asó la manteca se le ocurre poner industria en un terreno urbano y tan caro.
-En la trastienda de asuntos como el del canal, las urbanizaciones de Garellano, Olabeaga o Bolueta, late para algunos la necesidad de redefinir el modelo de expansión de Bilbao. Máxime en tiempos de crisis feroz en el sector de la construcción, que parece comprometer el pilar que ha soportado hasta ahora el desarrollo de la ciudad: la vivienda.
-Pero nosotros confiamos en que la crisis haya comenzado a remitir antes de empezar a edificar.
-¿Y el mercado podrá luego absorber esa importante partida inmobiliaria para hacer viables tan complejas operaciones urbanísticas?
-El mercado inmobiliario, por los siglos de los siglos amén, lo absorberá. Con las necesidades tan grandes que tenemos aquí, un 50% de vivienda protegida en Zorrozaurre... ya me explicarás; y un 60% en Bolueta; y un 50% en Garellano. A ver dónde encuentras promociones de ese tipo. Claro que tiene futuro.
-Caso IMD y La Peña. Puso de manifiesto serias irregularidades en la gestión de áreas tan sensibles para los ciudadanos como los polideportivos o los estacionamientos. ¿Considera ya encauzados los problemas?
-Que quede claro: allí no se ha llevado nadie un duro. Aquello fue un despropósito, un desorden. No se gestionó bien. Se ve perfectamente que no estuvo bien estudiado el proyecto, se ha dejado cosas el arquitecto, ha habido que poner más recursos durante varias ampliaciones de capital... Así de claro lo digo.
-¿Bilbao es cada vez más o menos segura?
-La veo bastante bien, con unos parámetros absolutamente normales para una ciudad de su tamaño. Mejorables todavía, y por eso creo que hay que seguir dando mucha caña. Pero, básicamente, creo que se puede decir que Bilbao es seguro.
-Con todavía demasiadas zonas peligrosas para las mujeres, como acaban de denunciar.
-Desde que soy alcalde, habremos mejorado unos 200 puntos oscuros. Si en algo hemos gastado es en iluminación, y vamos a seguir gastando. Obras y Servicios tiene perfectamente delimitados una veintena de puntos más para actuar. Pero en muchos casos tendremos que expropiar, porque los vecinos no nos ceden esos callejones y patios.
-Usted es un firme defensor del control de las ayudas sociales. ¿El sistema da para tanto y para todos?
-Yo creo que una sociedad subsidiaria, dependiente del Estado, no es buena. Por eso me parece muy bien que se controlen las ayudas sociales. Y, sobre todo, que haya un compromiso de las administraciones públicas para que toda persona que reciba una prestación tenga también la obligación de buscar trabajo. Si no, esto es un desastre. Para que cobren los que más necesitan no pueden cobrar los que tienen la picardía de engañarnos, que hay unos cuantos.
-¿Qué le falta a Bilbao para dejar de ser una ciudad de tránsito? El 'efecto Guggenheim' sigue tirando del carro del turismo casi en exclusiva.
-Y el modelo va a seguir sirviendo, a pesar de las últimas faenas. En pocos años vamos a tener más posibilidades: la Alhóndiga, un pabellón de deportes, un frontón... No digo que por sí mismos vayan a atraer turismo, pero serán aditamentos.
-2010. La villa formará parte de un selecto club de 55 ciudades que mostrarán su proyecto de urbe en la exposición universal de Shanghai. ¿Especialmente ilusionado con la cita?
-Mucho. Si nos han elegido es porque la rehabilitación de Bilbao les ha parecido extraordinaria. Vamos a presentar el mejor pabellón posible y llevaremos empresas, porque también es importante que el mundo conozca lo que construimos.
-Oiga, ¿lo suyo con Txema Oleaga es una espina coyuntural o la explosión de una cuestión larvada?
-Bah, hay que quitar importancia a esas cosas. Yo no tengo nada ni contra Oleaga ni contra el PSE. En el Congreso han estado día sí y día no diciéndose barbaridades, y por una vez que nos calentemos nosotros... Yo creo que los plenos de Bilbao han sido, en general, de guante blanco. Basagoiti y yo nos hemos cascado mucho más y, sin embargo, ha tenido menos trascendencia.
-Al margen de afinidades políticas, da la sensación de que se lleva mejor con Basagoiti que con Oleaga.
-Pues no lo sé. Yo me llevaba bastante bien con Dimas Sañudo. Tenía con él una buena relación, y sigo teniéndola. Mejor que con Oleaga.
-El PSE bilbaíno le acusa de propiciar la ruptura de la política de grandes consensos en asuntos vertebrales para el desarrollo de la ciudad.
-Pero qué consensos, si Txema Oleaga no nos ha votado absolutamente nada a nosotros, no nos ha apoyado ningún presupuesto. Desde que yo soy alcalde y Oleaga es responsable de su grupo en la oposición, no ha estado de acuerdo en nada serio.
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