domingo, 25 de mayo de 2008
BATALLA NAVAL EN ELMUSEO MARITIMO DE BILBAO
'La hoja de ruta'. Así denominaban sus autores el listado de pautas de gestión que la Fundación del Museo Marítimo de Bilbao quería imponer al hasta entonces director, Patxi Garay, ante la falta de resultados de la entidad privada, que sobrevive gracias a los fondos públicos de la Diputación vizcaína, el Ayuntamiento de Bilbao, el Gobierno vasco, el Ministerio de Cultura, y el patrocinio de la Cámara de Comercio, el Puerto y Remolcadores Ibaizabal.
Una nota interna, fechada el pasado mes de abril y dirigida a Garay, a la que ha tenido acceso este periódico, imponía un control férreo sobre los gastos e ingresos del centro cultural, lo que, al parecer, molestó a Garay y precipitó su salida de la dirección del museo más joven de Bilbao, inaugurado en noviembre de 2003. Entre otras normas, le exigían un arqueo diario del dinero obtenido en la taquilla, la cafetería y la tienda, y su ingreso cada jornada en el banco, por nimia que fuera la cantidad. Según algunas fuentes, Garay se resistió a cumplir con este plan por lo que los miembros de la fundación estimaron que él mismo «se autoexcluía» del proyecto.
El director alegaba que 'La hoja de ruta' suponía dedicar a uno de los siete trabajadores que quedan en el museo -de los 36 iniciales- a tareas administrativas y «a hacer fotocopias». Los pagos a proveedores, algunos de los cuales se eliminaron, debían llevar tres firmas, lo mismo que los cheques y transferencias, lo que en opinión de Garay, complicaba y dilataba el trabajo.
Después de una primera llamada de atención por la indisciplina, la relación entre Garay y el órgano directivo se rompió de manera definitiva.
En declaraciones a este periódico, el presidente de la Asociación de Capitanes de la Marina Mercante atribuyó su marcha al «abandono» en el que, a su juicio, dejaban las instituciones a la sala de exposiciones. Pero la marejada venía de lejos. La aguas empezaron a picarse el pasado diciembre. La tormenta se desató cuando Garay reclamó a la Fundación personal de apoyo; quería una subdirección y un secretario para poder liberarse de trabajo y dedicar ese tiempo a buscar patrocinadores, según su propia versión. Además, proponía que las subvenciones institucionales tuvieran un presupuesto fijo anual.
Según ha podido saber este periódico, los otros hombres fuertes de la fundación, entre ellos Juan Manuel Ordorika, Patxi Garaygordobil (Remolcadores Ibaizabal) y José Ángel Corres (Autoridad Portuaria), defendían que, como entidad privada, el museo debería intentar autofinanciarse o al menos, tratar de reducir su dependencia de los patronos, que se hacen cargo del déficit. Estas dos «distintas maneras de entender el museo» llevaron a ambas partes a decidir «de mutuo acuerdo una rescisión del contrato de Garay».
En realidad, el director cesante no tenía contrato con el Museo Marítimo sino que se encontraba en comisión de servicios como funcionario del Ayuntamiento de Bilbao. Tras una consulta con el alcalde Iñaki Azkuna, el capitán ha vuelto al área de Seguridad Ciudadana, donde trabajará como asesor del director de la Policía Municipal, Manu Zarragoitia.
«Un museo temático como el Marítimo no podrá autofinanciarse nunca, para eso necesitaría 250.000 visitantes, y no llega ni a los 45.000 anuales», opina Garay. En el fondo de la polémica subyace el fracaso del Museo Marítimo, salvo en exposiciones temporales como el 'Titanic', que atrajo a 115.000 personas entre abril y septiembre de 2005. La falta de una atracción estelar y el elevado precio de las entradas (5 euros después de la rebaja) no animan al público.
El Patronato se reunirá a finales de junio con el objetivo compartido por todos de «que el museo siga en pie».
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