martes, 7 de octubre de 2008

JOSE DE MAZARREDO (II)

El abate Lacaille, en su tratado de Navegación de 1.752, ya había expuesto el método de hallar la longitud por distancia de la Luna al Sol y a las estrellas zodiacales y no es menos cierto que lo empleaban los británicos desde el año de 1.767 y que también años antes se habían impreso en Madrid un método de hallar la longitud en la mar, pero el no conocer Mazarredo estos antecedentes hace que suyo sea también el mérito de descubrimiento tan importante.
El mencionado tratado de Lacaille no lo tuvo en sus manos, hasta después de su viaje de regreso de Filipinas.
En el año de 1.774, realizó otro viaje en la fragata Rosalía, también a las órdenes de Lángara, viaje que tenía por objeto experimentar todos los procedimientos de navegación conocidos hasta la fecha, especialmente los de calcular la longitud.
En este viaje acompañaban a Mazarredo otros brillantes oficiales de la Armada como eran Apodaca, Varela y Alvear.
Situaron con toda exactitud la isla de la Trinidad de los mares del Brasil y reconocieron la isla de Asunción, al oeste de aquella, a unas cien leguas en dirección a la costa.
En el año de 1775, concurrió a la malograda expedición contra Argel, como ayudante del mayor general de la escuadra del marqués de González de Castejón.
Se asegura que fueron obra suya los planes de navegación, fondeo y desembarco de los veinte mil hombres del ejército, a las ordenes del general O’Reilly.
Aunque malograda, esta expedición fue timbre de gloria para la armada, ya que gracias a su protección denodada, el reembarque no se convirtió en un clamoroso desastre.
Por los servicios distinguidos en esta campaña, el rey confirió a Mazarredo el cargo de alférez de la compañía de guardiamarinas de Cádiz, y en sus sucesivos empleos, de capitán de fragata y de capitán de navío, la comandancia de la nueva compañía creada en el departamento de Cartagena.
En este puesto no sólo atendió a la dirección de la escuela de guardiamarinas, sino que tomó parte activa en la enseñanza de la náutica y la maniobra, escribiendo algunos trabajos orientados al objeto, como la “Colección de Tablas para los usos más necesarios de la navegación”.
En el año de 1.778 se le dio el mando del navío San Juan Bautista, destinado a prácticas de guardiamarinas; llevaba y empleaba en sus navegaciones un reloj de longitud de faltriquera construido para él por Arnold en el año de 1776 que se conservó después en el Museo Naval.
Obteniendo en estos viajes la verdadera situación de muchos puntos de la costa de España y de Berbería, trabajo que sirvió grandemente a Tofiño, en sus posteriores campañas hidrográficas para levantar las cartas de su "Atlas Marítimo".




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