Para hablar de esta Catedral, necesariamente tenemos que mencionar a la ermita sobre la que está construida, ermita que existía antes de la fundación de la Villa en el año 1.300. La Carta Puebla fundacional de la Villa de Bilbao cita a las iglesias de Begoña y Santiago.
Esta ermita fue la primera construcción religiosa de dicha Villa y, sin duda, fue lugar de tránsito de peregrinación hacia Compostela y donde se detenían los peregrinos que se desviaban por el País Vasco, haciendo el Camino de la Costa.
La construcción de ese templo románico primitivo es un indicador del desarrollo alcanzado por el núcleo de población de la orilla derecha del Nervión, en la Baja Edad Media.
Sin embargo este templo fue arrasado por un pavoroso incendio, y en 1.374 el Papa Gregorio XI dispensaba indulgencias a quien diera limosnas para reconstruirla
La ampliación del templo que iba a ser de estilo gótico, comenzó allá por 1.379. Era patente una evidente influencia francesa, ya que, según parece, se levantó sobre planos de un arquitecto normando. Bilbao mantenía ya un intenso comercio con los puertos de Normandía y de Flandes. Esta primera parroquia bilbaína estuvo adosada a las tres primeras calles de Somera, Artecalle y Tendería.
Aproximadamente por 1.404, se inician los trabajos del coro.
Tres puertas comunicaban el templo con el exterior: la primera se abría al Sur, en la parte que daba al mercado (la que hoy se encuentra en el pórtico); la segunda al Oeste en la portada principal (hoy Plazuela de Santiago) y la tercera era la puerta del claustro (hoy conocida como Puerta del Angel), orientada al Este y por la que salían los peregrinos después de haber venerado al Santo.
El primer inventario de enterramientos data de 1.379 y el segundo de 1.402. Consta que consiguieron sepultura propia en Santiago, familias como: Arbolancha, Zurbaran, Leguizamón, etc.
Esta iglesia acogió importantes acontecimientos. Unos de índole religioso como la visita y predicación de San Vicente Ferrer allá por 1.408. Otros de índole civil como la aprobación de las Ordenanzas de la Villa en 1.483.
En 1.535 el Cabildo hizo un contrato con el escultor Guiot de Beaugrant, quien empezó a labrar una verdadera obra de arte en un retablo para la iglesia.
Este escultor era de origen flamenco y fue activo en el País Vasco entre 1.530 y 1.549. Su arte se relaciona con el estilo Juan de Juni (escultor francés documentado en España desde 1.533) y es claramente manierista en algunos aspectos. Inició el retablo de Santa María de Portugalete (1.533); trabajó, como hemos dicho, en el retablo de Santiago, en Bilbao (1.533-1.546) y también en Valmaseda y en Cenarruza. Creó escuela con seguidores en la región.
Desgraciadamente, aquel fabuloso tapiz de madera hubo de ser apeado en el siglo XVIII, porque la carcoma lo había estropeado y amenazaba ruina. Quedan algunas tallas sueltas que pregonan su primitivo esplendor. Una en la Capilla del Cristo, en la misma iglesia, en la que se encuentra el Cristo que muy posiblemente coronaba el magnífico retablo citado. Otras en la Sacristía de la Catedral, como es el caso de los 4 Padres de la Iglesia latina, y en el Museo arqueológico y etnográfico, junto a la iglesia de los Santos Juanes.
Por otra parte, esta iglesia sufrió varias catástrofes, como los incendios de 1.571 y 1.641, o la inundacion de 1.593, que causaron graves destrozos y forzaron a reconstrucciones.
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