A finales del siglo XV se mencionan en la villa todos los oficios más importantes que pudieran encontrarse en una ciudad mercantil y comercial: corredores, asteros, argenteros, ferreros, rementeros, arneceros, espaderos, linterneros, bosladores, cordeleros, ancleros, puchereros, ballesteros, tejedores, etc.
Según su concejo: “...mas de las tres quartas partes de los vos de la dha villa heran oficiales que se mantenían de su oficio”.
En 1.468 el concejo hará solicitud de ensanche del recinto urbano, facultad para imponer nuevos impuestos y una casa de la moneda.
Sin embargo entre gamboínos y oñacinos continuaron por algún tiempo y terminaron, con carácter general, durante el reinado de Enrique IV, el Impotente, y XXIII Señor de Vizcaya, desde 1.454 hasta 1.474. Este rey tuvo que desplazarse personalmente a esta región en 1.457, dirigiendo las Hermandades (agrupaciones de campesinos, habitantes de las Villas y algunos hidalgos opuestos a los Parientes Mayores), para pacificarla, destruyendo sus principales fortalezas y desterrando o confinando a muchos de los Pariente Mayores.
Así, en 1.468, el Concejo de Bilbao destruyó las casas que tenían en la Villa algunos banderizos. Entre ellos los Abendaño y los Basurto.
En 1.475, los Reyes Católicos y XXIV Señores de Vizcaya (1.474 a 1.504), conceden a Bilbao el apelativo de Noble Villa.
“...por ende es mi mrd e voluntad que desde aquí adelante para siempre jamás la dicha villa de bilvao se llame e yntitule la noble villa de bilvao...”.
Y comienza a manifestarse una fuerte hostilidad de las anteiglesias vecinas hacia el pujante y privilegiado bastión de la burguesía que es Bilbao.
Asi en 1.477 se nombran alcaldes de hermandad, con mando sobre soldados, para reprimir las fechorías de los linajes.
En 1.478 los Reyes Católicos deben intervenir de nuevo, desterrando de Bilbao a varios vecinos por participar en la guerra de familias.
En 1.483 (año en que la villa comienza su ensanche por las tierras bajas del Arenal y San Nicolas) la reina Isabel llegó a Bilbao, jurando los fueros en el portal de la Tendería, siendo alcalde de la villa Pero López de Vitoria.
Ese mismo año los reyes envían a la villa al licenciado Garci López de Chinchilla, quien da comienzo a la redacción de un cuaderno de ordenanzas, un medio para desterrar los conflictos surgidos de la existencia de bandos y parcialidades. Los parientes mayores no lo aceptaron de buen grado, excepto Arbolancha, por lo que les fue prohibida la entrada en Bilbao con más de seis hombres.
En 1.488 existían en Bilbao dos parroquias (Santiago y San Antonio Abad) y la vecina de Begoña. Los oratorios, capillas o ermitas de San Nicolás y los Santos Juanes no eran parroquia todavía. El arcipreste de Santiago será reconvenido por los reyes en esa misma fecha, prohibiéndosele en adelante que acogiese en la iglesia y su cementerio a los hombres armados que allí entrasen pidiendo asilo.
Será entre 1.499 y 1.500 cuando se dé por concluido el proceso de señalamiento de límites entre Bilbao y las anteiglesias vecinas, llegándose a una serie de acuerdos que, poco a poco, acabarían por traer la paz a Bilbao y al Señorío.
Es en 1.526 cuando se actualiza el Antiguo Fuero con el nombre de Fuero Nuevo de Vizcaya. Este texto fue confirmado en Valladolid, por el rey Carlos I, el 7 de Junio de 1.527, tal como lo hicieran con el Fuero Viejo sus antecesores: Enrique IV, Isabel la Católica, Fernando el Católico y Juana “la loca”.
El Fuero de Vizcaya declara repetidamente la hidalguía de todos los vizcaínos. Esta declaración de hidalguía suponía, en la Edad Media, alcanzar el máximo respeto a la dignidad personal y comportaba notorias ventajas:
1.- El hidalgo está libre de impuestos.
2.- El servicio militar queda subordinado a unos condicionamientos, porque un hidalgo no puede ser alistado sino con un sueldo.
3.- A los vizcaínos, aunque resulten acusados de cualquier delito, no se les puede dar tormento ni amenaza de tormento.
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