lunes, 21 de abril de 2008

LA CASA DE HARO

Desde el siglo XII el Señorío de Vizcaya correspondía a la casa de Haro, una de las principales familias del reino de Castilla. La rivalidad entre el rey de Castilla y el linaje de los Haro, originó años de luchas que pusieron en juego la titularidad de este Señorío. El primer Señor de esta casa fue Don Diego López de Haro I, quien ejerció como tal de 1.093 a 1.124.
Tras morir asesinado Don Lope Díaz de Haro III “El de Alfaro”, VIII Señor de Vizcaya de 1.254 a 1.288, su hijo Don Diego López de Haro IV, “El Joven” , pasó a ser el IX Señor de Vizcaya. Se alió con el rey de Aragón y prosiguió el enfrentamiento armado con don Sancho IV, “el Bravo”, rey de Castilla, asesino de su padre.
Don Diego López de Haro IV, “El Joven”, murió por enfermedad y saltó el pleito dinástico. Su hermana, Doña María Díaz de Haro, debía sucederle en la titularidad del Señorío de Vizcaya. Las circunstancias, sin embargo, le impidieron ejercer su derecho: su marido, el infante don Juan estaba en prisión, encarcelado por don Sancho IV ”El Bravo”; sus castillos y fortalezas de allende el Ebro las había ocupado el rey de Castilla; sus caballeros estaban dispersos y las principales casas-fuerte de Vizcaya, las había sometido don Diego López de Salcedo, en nombre de Sancho IV.
Fue entonces cuando entró en liza Don Diego López de Haro V, “El Intruso”, tío del nuevo Señor de Vizcaya y hermano del Señor asesinado.
Dada la debilidad militar y política de su sobrina, don Diego López de Haro, “el Intruso”, que tenía fuerzas armadas y protagonizaba la guerra contra el rey de Castilla, concibió la idea de hacerse con el Señorío de Vizcaya.
Cuando murió Sancho IV, en 1.295, pudo, por fin, llegar a Vizcaya. Fue reconocido Señor y su hijo como heredero. Es decir, consiguió el título por su poder militar y no por derecho de herencia. Y en una maniobra política se alió con la viuda del Rey de Castilla, la nueva reina María de Molina. Desde 1.295 hasta su muerte en 1.310, don Diego López de Haro, “el Intruso”, gobernó Vizcaya, no sin las protestas de su sobrina, que alegaba sus derechos dinásticos.

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