martes, 13 de mayo de 2008

UNA TORTUGA EN LA RIA

La fauna de la ría tiene un nuevo habitante: la tortuga. Hasta ahora, los animales más exóticos avistados surcando las aguas del Nervión habían sido cangrejos, chinchillas, lubinas y hasta un cisne, aunque éste último fue un turista ocasional que desapareció sin dejar rastro. Una garza o garceta sobrevuela cada día el cauce en busca de algún pez que pescar. Su presencia representa el mejor ejemplo de que la ría tiene cada vez menos contaminación. «Está más limpia de lo que parece», asegura Pablo Cermeño, de la asociación Ambar, para el estudio de la fauna marina.
Ayer a mediodía el curioso visitante fue una tortuga, con un caparazón de unos 50 centímetros de diámetro, que atrajo la atención de los bilbaínos, especialmente de los niños. «Cuando se asustaba, metía la cabeza bajo el agua y se ponía a bucear», describía uno de los entusiasmados testigos. Todos se preguntaban por el origen del reptil.
Especie protegida
Para Cermeño hay dos posibles respuestas, la más improbable, que sea una tortuga marina arrastrada por una corriente hasta las entrañas de la ría, o que se trate de una mascota, cuyo dueño «se ha cansado, o se le ha hecho muy grande y la ha abandonado». En este caso, podría tratarse de una Galápago doméstica, originaria de Centroamérica.
Una patrulla de la Policía Municipal comprobó que la tortuga estaba en la ría, pero les dio el esquinazo. «No se dejaba coger».
Desde el Centro de Recuperación de Animales de Gorliz advierten de que podría tratarse de una «especie protegida, como la mayoría de las tortugas», pese a ser unas de las mascotas más comunes. «No hay suficientes inspecciones; hay plazas en las que se venden tortugas de agua y de tierra pero eso no significa que sea legal», sostienen.
Aunque soportan duras condiciones, la tortuga podría correr peligro en la ría. «Es mejor sacarla», dicen desde Gorliz. O incluso suponer un peligro para el ecosistema, «hay especies que colonizan el medio y acaban con las especies naturales».

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